El cuerpo de Cristo

¿Qué idea se nos viene a la mente cuando escuchamos hablar del cuerpo de Cristo?
Algunos de nosotros ha llegado a pensar inmediatamente en los creyentes cercanos y a la denominación cristiana a la cual pertenece. Pero, ¿qué dice la Palabra de Dios al respecto?.

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La Biblia es la norma doctrinal y de práctica que debe seguir cualquier denominación cristiana, sea está de origen histórico o no.
¿Qué es el cuerpo de Cristo?
El cuerpo de Cristo es la Iglesia, que es universal e invisible, ya que abarca a todos aquellos por quien Cristo dio su vida en sustitución.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Ro. 8:32
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25
¿De quiénes se compone el cuerpo de Cristo?
El cuerpo de Cristo está formado por todos los elegidos por Dios (Efesios 1:4-5; 2 Ts. 2:13), que han sido, son y/o serán salvos, y por lo tanto reunidos como uno en Cristo, quien es cabeza de la Iglesia. La Iglesia es, a su vez, la esposa, el cuerpo, y la plenitud de Cristo, cuya plenitud lo llena todo en todo. (Ef. 1:23).
así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (Ro. 12:5)
El cuerpo de Cristo que en extensión es universal e invisible, (abarca creyentes de todas las razas, étnias, culturas, y países del mundo, tanto de creyentes, vivo como aquellos que se encuentran actualmente en la presencia eterna de Dios).
La Iglesia de Dios, también es local y visible, y se compone por aquellos creyentes que son miembros de una comunidad eclesiástica determinada.
Si la Palabra de Dios es tan clara al definir el cuerpo de Cristo y al enseñar que existe una multitud de creyentes a nivel mundial, ¿Por qué pensamos que solo nuestra denominación es la correcta ante los ojos de Dios?, ¿Conocemos realmente la historia y origen de nuestra denominación?. Muchos ni siquiera conocen la historia de su propia iglesia local.
Como cristianos tenemos tan poco amor hacia aquellos hermanos que siendo creyentes e hijos de Dios profesan una confesión de fe diferente a la nuestra, tildándolos de herejes y sectarios. Actitudes como estas, se encuentran por doquier en muchas iglesias de origen cristiano y evangélico. Cristo en una oportunidad amonestó a sus discípulos por una actitud egoísta y sectaria que estaban demostrando hacia aquellos que no los seguían, pero si creían en Cristo como enviado de Dios.
Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. Lucas 9:49-50
Con tanta rapidez y de que manera juzgamos a nuestros hermanos de otras denominaciones cristianas, que son participantes del cuerpo de Cristo al igual que nosotros, por el hecho de no creer, servir y adorar a Dios de manera semejante a la nuestra.
Amados, seamos prudentes y sabios, demostremos el fruto del Espíritu Santo y su llenura al amar a nuestros hermanos que se encuentran en las diferentes denominaciones cristianas.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Juan 13:34-35

Dios le bendiga abundantemente.

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