No a las ofrendas de orgullo y contienda

Para muchos líderes cristianos parecería algo insensato enseñar que la iglesia no debe ofrendar. Aunque sea una triste realidad, muchas veces nuestras ofrendas están manchadas de orgullo y contiendas. Debido a esto, el Señor Jesús nos enseña lo siguiente a la hora de dejar nuestra ofrenda sobre el altar.

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Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti. deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Mateo 5:23-24

La humildad, una virtud tan poco valorada en nuestro mundo actual, donde no solo el no cristiano día a día lucha por el reconocimiento, sino también el hijo de Dios, quién ha sido y está siendo influenciado cada vez más por este mal actuar.
El status económico, la profesión, la cuenta bancaria y posesiones materiales están inflando el ego, y sepultando cada vez más el espíritu y una actitud de humildad frente a Dios y a su prójimo.

Personas con este tipo de actitudes, a la hora de reconocer sus diferencias y contiendas con el hermano, hacen como si no pasara nada y sigue todo tal cual, mostrando una vida de apariencia y de vana religión.

¿A qué se refiere el Señor con dejar la ofrenda delante del altar?

“Este cuadro, tomado de la vida diaria, nos transporta al momento cuando el israelita, habiendo traído su sacrificio al templo, al atrio de Israel, espera el instante cuando el sacerdote se acercará para recibirlo de sus manos. Espera con su presente puesto sobre la baranda que separa el lugar donde él se halla, del atrio de los Sacerdotes, donde su ofrenda será llevada presto para ser sacrificada por el sacerdote y presentada por éste en el altar de los sacrificios.” Es en este momento solemne, cuando está listo para encomendarse a la misericordia divina y procurar mediante su ofrenda el sello del perdón divino. Pero es en ese momento, que el ofrendante, de pronto, recuerda que su hermano tiene contra él una deuda o causa pendiente. Entonces, ¿Dirá él: “Tan pronto como haya ofrecido este presente, iré a ver a mi hermano para reconciliarme con él?” No; antes de dar otro paso, aun antes de ofrecer el presente, debe buscar esta reconciliación, y aun cuando la ofrenda tenga que ser dejada sin ser ofrecido ante el altar. La misma verdad aquí enseñada la hallamos expresada notablemente en Mr.11:25-26 : “Y cuando estuviereis orando (en el acto de orar), perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas”. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
De ahí la hermosa práctica de la iglesia primitiva, que procuraba enmendar todas las diferencias entre los hermanos en Cristo, en el espíritu de amor, antes de participar de la comunión. Por cierto, este mismo principio debe existir cuando se celebre la Cena del Señor, que es el acto de culto de mayor importancia.

Si usted encuentra que no es posible perdonar ni reconciliarse con su hermano, entonces debería reflexionar con que actitud y espíritu está dejando su ofrenda sobre el altar. Una vida de aparente humildad y servicio no es válido ante nuestro Salvador.

¿Recuerdas que tienes algo contra tu hermano(a) o algún hermano(a) tiene algo contra ti?
Anda y reconcíliate primero. Mateo 5:23-25

Es preferible perder ofrendas monetarias manchadas de orgullo y contienda, que perder una oportunidad saludable de perdón y reconciliación.

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