Preguntemos a aquellos que no poseen nada más que la membresía de una iglesia, y a pesar de ello desean llamarse cristianos, ¿cómo pueden glorificar el sagrado nombre de Cristo?
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Únicamente aquel que ha recibido el verdadero conocimiento de Dios por medio de la Palabra del Evangelio puede llegar a tener comunión con Cristo. El apóstol dice que nadie que no ha puesto de lado la vieja naturaleza con su corrupción y sus concupiscencias puede decir que ha recibido el verdadero conocimiento de Cristo. El conocimiento externo de Cristo es sólo una creencia peligrosa, no importa lo elocuentes que puedan ser las personas que lo tienen.
2. El evangelio no es una doctrina de la lengua, sino de vida. No puede asimilarse solamente por medio de la razón y la memoria, sino que llega a comprenderse de forma total cuando posee el alma y penetra en lo profundo del corazón. Los cristianos nominales deben cesar en su actitud de insultar a Dios jactándose de ser aquello que no es. Debemos asignar un primer lugar al conocimiento de nuestra fe, pues éste es el principio de nuestra salvación. A menos que nuestra fe cambie nuestro corazón y nuestra actitud y nos transforme, además, en nuevas criaturas, no nos será de mucho provecho.
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