Curso de Teología: Lección 4: El hombre

A. Su origen.

Los que creen que el hombre surgió espontáneamente en el mundo no saben cómo explicar su verdadero origen. La verdad es que el hombre fue creado por Dios. El ser humano está constituido por dos partes o elementos: el cuerpo y el alma o espíritu. Cada uno de esos elementos fue formado por Dios en forma particular. Con ellos formó la persona.

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1. El cuerpo. El cuerpo del hombre fue tomado del polvo de la tierra. Con ese material Dios formó a Adán. De ahí las palabras de la Escritura que dicen del hombre: "...polvo eres, y al polvo volverás ".

2. El espíritu. La Biblia nos dice que Dios sopló en el hombre aliento de vida, "y fue el hombre un ser viviente". Ese soplo de vida hizo del hombre un ser viviente y completamente distinto del resto de las criaturas. Sólo en el hombre sopló Dios aliento de vida haciendo de él una imagen o semejanza suya.


B. La imagen de Dios.

En Génesis 1:26 dice Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ". Eso es lo que distingue al hombre del resto de la creación: él lleva en sí la imagen de Dios. ¿Qué es esta imagen?

1. La imagen de Dios en el sentido estricto. Esto quiere decir que el hombre, por llevar en sí la imagen de Dios, tenía verdadero conocimiento, cumplía con toda justicia y disfrutaba de completa santidad. Sus conocimientos eran perfectos, su sentido de justicia era perfecto, su comportamiento era perfecto. La imagen de Dios, en el sentido estricto, es conocimiento, es justicia y es santidad. Eso lo tenía el hombre creado por Dios. Era parte integral de su ser.

2. La imagen de Dios en el sentido amplio. Esto quiere decir que, además de esas cualidades, el hombre era un ser espiritual, moral e inmortal. En otras palabras, por ser creado a la imagen de Dios, el hombre tiene un alma, sabe lo que es bueno y lo que es malo, y su alma nunca muere.

C. Las características del hombre.

1. Es diferente a los ángeles. Los ángeles también son criaturas de Dios. Pero los ángeles son espíritus, sin forma corporal. El hombre, en cambio, tiene cuerpo y alma. Los ángeles fueron creados para el servicio del cielo. El hombre, en cambio, para el servicio de la tierra.

2. Es diferente a los animales. Si bien es cierto que al hombre se le clasifica a veces en el reino animal, no puede significar eso que es un animal. Es completamente distinto. El hombre tiene un alma, una mente y una voluntad. Es un ser espiritual e intelectual. Los animales son siervos del hombre,

3. Fue creado como corona de la creación.

a. Creado directamente por la mano y el Espíritu de Dios.

b. Hecho a imagen de Dios.

c. Recibió el mandato de explotar y dominar la tierra (véase Gn.1:28).

d. Todas las cosas fueron puestas bajo su dominio -pero también bajo las órdenes de Dios. Dios era el Rey y el hombre virrey.

Preguntas para su estudio y repaso:

1. ¿Cuántas partes hay en el hombre?

2. ¿En la imagen de quién fue creado el hombre?

3. ¿Qué es la imagen de Dios en el sentido estricto?

4. ¿Qué es la imagen de Dios en el sentido amplio?

5. ¿En qué difiere el hombre de los ángeles?

6. ¿En qué difiere el hombre de los animales?

7. ¿Para qué hizo Dios al hombre? (véase Gn. 1:28).


Curso de Teología: Lección 3: La Creación

A. La palabra "crear".

La Biblia dice que Dios creó el cielo y la tierra. En las Escrituras, esta palabra "crear" se usa generalmente con el sentido de "hacer una cosa de la nada". Es decir que Dios, sin usar ningún material preexistente, pudo hacer la tierra y formar todo el universo solamente a través del poder de su Palabra. Pero hay que reconocer que en ciertas ocasiones la Biblia usa la palabra "crear" con el significado de "hacer algo de otros materiales ya existentes". O sea que esta palabra tiene dos significados en la Biblia:

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1. Creación primaria. Esto es crear de la nada, sin la existencia de materiales. Tal es la creación del cielo y de la tierra puesto que Dios no usó ningún material sino que con el poder de su Palabra ordenó que las cosas fuesen. Y éstas fueron, como puede verse en Génesis 1. (Véase Sal. 33:6,9).

2. Creación secundaria. Esto es crear de materiales ya en existencia. Tal es, por ejemplo, la creación del hombre. Dios tomó del polvo de la tierra, un material ya existente, y con eso formó al hombre. Esa creación, sin embargo, no quita nada del poder de Dios por cuanto aun en esto sólo El puede hacerlo.

B. Los días de la creación.

Las Escrituras describen la obra de la creación como realizada en seis días. Observando el proceso, podemos comprobar orden en esa obra. Es muy evidente que Dios es un Dios de orden.

1. El primer día. "... la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo". Así comienza el relato de la creación. Dios pues, con su Palabra creadora, ordenó que fuese la luz. Y la luz fue.

2. El segundo día. Una espesa niebla cubría aún el mundo. Dios ordenó la separación de la misma, formando así las nubes arriba y las aguas abajo.

3. El tercer día. Las aguas son separadas por la Palabra de Dios. Se formaron así los mares, lagos y ríos, como también la tierra seca. Además, en este día Dios creó las plantas.

4. El cuarto día. Para satisfacer las necesidades de las plantas, el sol era necesario. En este día Dios creó el sol, la luna y las estrellas.

5. El quinto día. En esta jornada Dios quiso poblar lo que había hecho. Creó, en consecuencia, los peces para los mares y las aves para los aires.

6. El sexto día. El mundo estaba ya casi completo. En el último día Dios hizo los animales de la tierra. También en este día Dios creó la corona de su creación, a saber, el hombre, para que administrara la creación en nombre del Creador.

7. El séptimo día. Dios miró todo lo que había hecho y vio que era bueno. Esto quiere decir que todo lo que Dios había hecho servía sus propósitos. Por ejemplo, las aves que hizo servían para poblar el aire y los árboles. Dios descansó ese día de todo lo que había hecho. Con ello Dios nos indica que también nosotros debemos descansar un día de cada siete.

C. El propósito de la creación.

La pregunta puede hacerse: ¿Para qué creó Dios el mundo? Podemos conjeturar sobre el asunto y proponer toda clase de respuestas. Conviene pues ir a la Biblia y ver allí si hay algo sobre esto. En Isaías 43:7 tenemos una indicación: ". . . para gloria mía los he creado, los formé y los hice ". Ese es el propósito principal: la gloria de Dios. Así como un arquitecto recibe gloria por una obra majestuosa de su mano, Dios recibe gloria sin fin del mundo que hizo.

Preguntas para su estudio y repaso:

1. ¿Qué quiere decir "Crear"?

2. ¿Cómo hizo Dios el cielo y la tierra?

3. ¿De qué formó Dios al primer hombre?

4. ¿Qué hizo Dios el tercer día?

5. ¿En qué día hizo Dios al hombre?

6. ¿Para qué creó Dios al mundo?

Curso de Teología: Lección 2: Dios

Dios

Por sí solo, el hombre no puede conocer a Dios. La existencia de Dios no puede demostrarse científicamente a conformidad de todos. La Biblia misma no demuestra la existencia de Dios; simplemente presupone su existir y empieza el majestuoso relato con estas palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra ". Si bien es posible conocer algunas cualidades de Dios en la naturaleza y en la historia, el verdadero conocimiento de Dios proviene de la Biblia. Al consultarla encontramos lo siguiente:

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A. Dios es Creador y Redentor.

1. Por el poder de su Palabra todas las cosas fueron hechas. El hombre conocía a Dios íntimamente y Dios vivía con él; venía al jardín en el "fresco de la tarde". Todas las cosas reflejaban el poder, la gloria y los deseos de Dios.

2. Cuando el hombre desobedeció a Dios, ya no podía tener contacto con su Creador. Por eso es que fue echado del jardín, para simbolizar su separación de Dios. Fue entonces que Dios se manifestó como Redentor.

3. Por causa del pecado, el hombre ya no puede conocer a Dios como Creador a menos que lo conozca primero como Redentor. Al ser redimidos por Dios podemos ver nuevamente en la creación a Aquél que es nuestro Padre; Aquél cuya imagen ha sido restaurada en nosotros.

B. Dios es Soberano.

1. Es autosuficiente. Dios no necesita del mundo ni del hombre.

2. Lo que hace lo hace soberanamente. No se ve presionado a tomar un camino en vez de otro. Lo que requiere es incondicional y lo que concede es inapelable.

3. Esta soberanía caracteriza a todos los atributos o cualidades de Dios: su amor, su misericordia, su poder, su justicia, su ira, etc. En todos ellos Dios es Soberano.

4. Todos los hombres deben reconocer esta soberanía de Dios en todos los terrenos de la vida. Dios debe ser reconocido como soberano, tanto en la vida personal como en nuestro hogar, la iglesia, en las relaciones humanas y en todas las esferas de actividad.

5. La soberanía de Dios demanda una respuesta de parte del hombre. O se rechaza esta soberanía y se sitúa cada día más lejos de Dios, o se acepta y se vive en creciente servicio a El.

C. Dios en tres Personas.

La Trinidad es, para la mente humana, un profundo misterio. Sin embargo, es imposible negar esta doctrina fundamental con respecto a Dios si se acepta la Biblia como la Palabra de Dios. Desde el principio de la historia cristiana han existido algunos que han negado la existencia de Dios en tres Personas; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tales existen también en nuestro tiempo. Esto es lamentable porque sólo repiten los errores de siglos ya pasados; errores que la iglesia ha condenado.

1. Dios se manifiesta en esta forma desde un principio puesto que "todas las cosas por él (Cristo) fueron hechas" y "el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Jn. 1:3 y Gn.1:2).

2. En la obra de la redención, se repite nuevamente este misterio. Cristo dijo "el que me ha visto a mí, ha visto al Padre" y "(el Espíritu) os guiará a toda la verdad" (Jn. 14:9 y 16:13).

3. Esta doctrina es parte integral de la Biblia. No deben buscarse solamente pasajes que hablan de la Trinidad (no hay ninguno) sino la enseñanza total de la Palabra de Dios.

a. El Antiguo Testamento habla repetidamente de que Dios es uno (Dt. 6:4).

b. El Antiguo Testamento también habla de la pluralidad de Dios. "Hagamos (en el plural) al hombre a nuestra imagen" (Gn. 1:26). En el libro de Isaías hay un pasaje que más tarde fue apropiado por Jesucristo en Lucas 4:17-19 y en el cual claramente se mencionan las tres Personas: "El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí" (Is. 61:1).

c. En el Nuevo Testamento esta doctrina parece tan clara como la luz del día. En el bautismo de Jesús (Lc. 3:21,22) el Hijo es bautizado, el Padre habla desde el cielo y el Espíritu desciende en forma de paloma. Otros pasajes son Mateo 28:19 y 1 Pedro 1:2.

d. La iglesia, luego de muchos debates y estudio y oración por siglos enteros, ha adoptado esta doctrina como parte integral de la revelación de Dios. Quien la niega se aparta de la histórica iglesia de Cristo a lo largo de los siglos.

¡Qué magnífica visión de Dios! Creador de todas las cosas, Redentor de la nueva humanidad, Soberano en todos sus actos y manifestado como Dios el Padre, como Dios el Hijo que nos redime y como Dios el Espíritu Santo que nos santifica. ¡Alabado sea El!

Preguntas para su estudio y repaso:

1. ¿Es posible "demostrar" la existencia de Dios?

2. ¿Cuáles son las cualidades básicas que la Biblia da a conocer en cuanto a Dios?

3. ¿Qué es necesario para que el pecador pueda conocer a Dios como Creador?

4. ¿Qué significa reconocer la soberanía de Dios en nuestra vida cotidiana?

5. ¿Qué comprende usted como la doctrina de "la Trinidad"?

6. Anote las bases bíblicas para esta doctrina.

Curso de Teología: Lección 1 Las Sagradas Escrituras

I. LAS SAGRADAS ESCRITURAS


La fuente de nuestra religión es la Biblia. No hay otro libro que iguale a la Biblia en importancia. Nuestra fe o doctrina y también nuestra práctica deben basarse en lo que dice la Biblia. Es por eso que un conocimiento básico de las Sagradas Escrituras es conveniente y hasta indispensable.

Este curso se denomina "Conocimientos Básicos de la Doctrina Cristiana". Es decir que en él hemos de definir y explicar los puntos principales de la fe que confesamos. Para ello analizaremos primeramente y en forma rápida, la doctrina de las Sagradas Escrituras.


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A. Los nombres de la Biblia.

Muchas veces, los nombres que se dan a una cosa revelan algo de lo que ese objeto es o contiene. Lo mismo sucede con la Biblia. Hay varios nombres que se le aplican, pero sólo consideraremos algunos de ellos.

1. Biblia. -El significado literal de esta palabra es "libros". Es éste el nombre más común y el que aclara que la Biblia es una colección de varios libros. En efecto, 66 de ellos han sido compilados en un volumen. Esta designación fue adoptada hace ya muchos siglos por la iglesia cristiana.

2. Las Sagradas Escrituras. --Este término es utilizado en la Biblia misma, "... y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras" (2 Ti. 3:15). Este nombre indica el carácter de la Biblia. No es un libro secular, sino sagrado. No es primordialmente un libro con intereses científicos, sino de interés espiritual y religioso.

3. La Palabra de Dios. --El origen de la Biblia queda establecido con esta designación. El contenido de las Escrituras no es el producto de la mente humana, sino la Palabra infalible de Dios. No solamente algunas partes de la Biblia tienen ese origen, sino todas sus páginas, desde Génesis hasta Apocalipsis. Es una carta de Dios dirigida al hombre.

B. El Autor de la Biblia.

Es natural que nos preguntemos quién escribió un libro tan importante como éste y que veamos en qué forma llegó su contenido a manos de los hombres. Dios se revela a sí mismo a los hombres en dos formas. Una se llama la revelación general y la otra la revelación especial.

1. La revelación general.

a. Se llama así porque es para todos los hombres de todos los tiempos.

b. Esta revelación muestra a Dios en la creación y en la historia. En la creación podemos ver la mano de Dios y en la historia contemplamos el gobierno de Dios. A través de la creación y de la historia descubrimos la grandeza, el poder y la gloria de Dios. Al ver las imponentes montañas y los profundos mares, el sol y la luna, nos damos cuenta que Dios es glorioso.

c. Pero la revelación general no es suficiente. Ya no refleja fielmente a Dios. El pecado humano ha acortado la vista del hombre. Necesita ahora una lupa para ver a Dios; algo que enfoque a Dios.

2. La revelación especial.

a. Se llama así porque está al alcance de algunos solamente y limitada a lo que leemos en la Biblia. Las Sagradas Escrituras con un mensaje central, el Señor Jesucristo, son la revelación especial de Dios. Una luz en el camino que ilumina el sendero que debemos andar.

b. Es la revelación directa de Dios. En ella Dios se revela a sí mismo y nos dice cómo es El y qué demanda de nosotros. Dios nos dio la Biblia. En ella nos muestra, con palabras y actos, cuál es nuestra relación con él.

c. Pero Dios no escribió la Biblia con su propia mano, sino que se valió de otros llamados profetas, apóstoles y evangelistas. Estos recibieron mandato especial de Dios para poner en forma escrita la historia de la salvación. Por eso, aunque fueron hombres los que escribieron la Biblia, ésta es la Palabra de Dios. Esos hombres fueron guiados por el Espíritu Santo para escribir lo que Dios quería, como leemos en 2 Pedro 1:21 "... los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo".


C. Las divisiones de la Biblia.

Las Sagradas Escrituras no son un libro sin orden, ni tampoco el relato de un solo episodio. Hay divisiones pero también unidad.

1. Antiguo y Nuevo Testamentos. Esta es la división más importante de la Biblia. Pero aquí también se nota la unidad, porque el Antiguo Testamento es la historia del pacto de Dios antes de Cristo, mientras que el Nuevo Testamento es la historia del pacto durante y después de Cristo. La palabra "testamento" se refiere a la alianza que Dios hizo con el hombre; el pacto que hizo con Adán, luego renovó con Abraham y finalmente estableció con los creyentes por medio de Cristo.

2. Los 66 libros. Como lo dijimos antes, la Biblia contiene 66 libros distintos. Cada uno lleva la marca del que lo escribió y su propia personalidad. La unidad de los mismos, sin embargo, es evidente si recordamos que todos ellos, en una forma u otra, nos hablan del plan redentor de Dios. Cristo es el tema principal de la Biblia.

Preguntas para su estudio y repaso:

1. ¿Cuál es la fuente de nuestra religión?

2. ¿Cómo se denomina este curso?

3. ¿Qué quiere decir la palabra "Biblia"?

4. ¿Por qué se llama a la Biblia las "Sagradas Escrituras"?

5. ¿Qué nos dice la designación "Palabra de Dios" en cuanto a la Biblia?

6. ¿Quién es el Autor de la Biblia?

7. ¿Dónde encontramos la revelación general?

Es necesario el progreso espiritual

No debemos insistir en una perfección absoluta del evangelio en nuestros compañeros cristianos por más que luchemos por conseguirla nosotros mismos.

Sería injusto demandar una perfección evangélica antes de que sepamos si una persona es un verdadero cristiano.

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Si pusiéramos una norma de perfección total para los cristianos, no podría existir ninguna iglesia, puesto que todos distamos mucho de ser el cristiano ideal.
La perfección debe ser la meta final a la cual dirigirnos, y el propósito supremo en nuestras vidas. No es justo que hagamos un compromiso con Dios en el que tratemos de cumplir parte de nuestras obligaciones y omitamos otras según nuestro gusto y antojo. Una dualidad de mente está en conflicto con la vida espiritual, puesto que ésta implica una devoción sincera a Dios en la búsqueda de la santidad y la rectitud. Nadie en esta prisión terrenal del cuerpo tiene suficientes fuerzas propias como para seguir adelante con una constante vigilancia y desvelo. Además, la gran mayoría de los cristianos padecen de una debilidad tal, que se desvían o se “detienen” en su progreso espiritual, en consecuencia, avances muy lentos y escasos.
Dejemos que cada uno proceda de acuerdo a la habilidad que le ha sido dada y continúe así el peregrinaje que ha empezado. No hay hombre tan infeliz e inepto que de tanto en tanto no haga un pequeño progreso. No cesemos de hacer todo lo posible para ir incesantemente hacia delante en el camino del Señor; y no desesperemos a causa de lo escaso de nuestros logros. Aunque no lleguemos al nivel espiritual que esperamos o deseamos, nuestra labor no está perdida si es que el día de hoy sobrepasa en calidad espiritual al de ayer.
La única condición para el verdadero progreso espiritual es que permanezcamos sinceros y humildes. Mantengamos en mente nuestra meta final y vayamos hacia ella con toda nuestra voluntad. No caigamos en el orgullo ni nos entreguemos a pasiones pecaminosas. Ejercitémonos con diligencia para alcanzar una norma más alta de santidad, hasta que hayamos llegado a lo mejor de nuestra calidad espiritual, en la que debemos persistir a lo largo de toda nuestra vida. Únicamente lograremos la perfección absoluta cuando, libertados ya de este cuerpo corruptible, seamos admitidos por Dios en Su Presencia Eterna. Ver. Romanos 8:30

No esperemos que llegue final de año, para recién hacer algo con el progreso espirtual, mejor hacer modificaciones hoy en nuestros hábitos, para que al llegar fin de año, veamos cambios.

"No existe otra manera de crecer, si no hay estudio de la Palabra de Dios y oración"



No es suficiente una cristiandad externa

Preguntemos a aquellos que no poseen nada más que la membresía de una iglesia, y a pesar de ello desean llamarse cristianos, ¿cómo pueden glorificar el sagrado nombre de Cristo?


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Únicamente aquel que ha recibido el verdadero conocimiento de Dios por medio de la Palabra del Evangelio puede llegar a tener comunión con Cristo. El apóstol dice que nadie que no ha puesto de lado la vieja naturaleza con su corrupción y sus concupiscencias puede decir que ha recibido el verdadero conocimiento de Cristo. El conocimiento externo de Cristo es sólo una creencia peligrosa, no importa lo elocuentes que puedan ser las personas que lo tienen.

2. El evangelio no es una doctrina de la lengua, sino de vida. No puede asimilarse solamente por medio de la razón y la memoria, sino que llega a comprenderse de forma total cuando posee el alma y penetra en lo profundo del corazón. Los cristianos nominales deben cesar en su actitud de insultar a Dios jactándose de ser aquello que no es. Debemos asignar un primer lugar al conocimiento de nuestra fe, pues éste es el principio de nuestra salvación. A menos que nuestra fe cambie nuestro corazón y nuestra actitud y nos transforme, además, en nuevas criaturas, no nos será de mucho provecho.

No a las ofrendas de orgullo y contienda

Para muchos líderes cristianos parecería algo insensato enseñar que la iglesia no debe ofrendar. Aunque sea una triste realidad, muchas veces nuestras ofrendas están manchadas de orgullo y contiendas. Debido a esto, el Señor Jesús nos enseña lo siguiente a la hora de dejar nuestra ofrenda sobre el altar.

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Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti. deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Mateo 5:23-24

La humildad, una virtud tan poco valorada en nuestro mundo actual, donde no solo el no cristiano día a día lucha por el reconocimiento, sino también el hijo de Dios, quién ha sido y está siendo influenciado cada vez más por este mal actuar.
El status económico, la profesión, la cuenta bancaria y posesiones materiales están inflando el ego, y sepultando cada vez más el espíritu y una actitud de humildad frente a Dios y a su prójimo.

Personas con este tipo de actitudes, a la hora de reconocer sus diferencias y contiendas con el hermano, hacen como si no pasara nada y sigue todo tal cual, mostrando una vida de apariencia y de vana religión.

¿A qué se refiere el Señor con dejar la ofrenda delante del altar?

“Este cuadro, tomado de la vida diaria, nos transporta al momento cuando el israelita, habiendo traído su sacrificio al templo, al atrio de Israel, espera el instante cuando el sacerdote se acercará para recibirlo de sus manos. Espera con su presente puesto sobre la baranda que separa el lugar donde él se halla, del atrio de los Sacerdotes, donde su ofrenda será llevada presto para ser sacrificada por el sacerdote y presentada por éste en el altar de los sacrificios.” Es en este momento solemne, cuando está listo para encomendarse a la misericordia divina y procurar mediante su ofrenda el sello del perdón divino. Pero es en ese momento, que el ofrendante, de pronto, recuerda que su hermano tiene contra él una deuda o causa pendiente. Entonces, ¿Dirá él: “Tan pronto como haya ofrecido este presente, iré a ver a mi hermano para reconciliarme con él?” No; antes de dar otro paso, aun antes de ofrecer el presente, debe buscar esta reconciliación, y aun cuando la ofrenda tenga que ser dejada sin ser ofrecido ante el altar. La misma verdad aquí enseñada la hallamos expresada notablemente en Mr.11:25-26 : “Y cuando estuviereis orando (en el acto de orar), perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas”. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
De ahí la hermosa práctica de la iglesia primitiva, que procuraba enmendar todas las diferencias entre los hermanos en Cristo, en el espíritu de amor, antes de participar de la comunión. Por cierto, este mismo principio debe existir cuando se celebre la Cena del Señor, que es el acto de culto de mayor importancia.

Si usted encuentra que no es posible perdonar ni reconciliarse con su hermano, entonces debería reflexionar con que actitud y espíritu está dejando su ofrenda sobre el altar. Una vida de aparente humildad y servicio no es válido ante nuestro Salvador.

¿Recuerdas que tienes algo contra tu hermano(a) o algún hermano(a) tiene algo contra ti?
Anda y reconcíliate primero. Mateo 5:23-25

Es preferible perder ofrendas monetarias manchadas de orgullo y contienda, que perder una oportunidad saludable de perdón y reconciliación.

¡Necio!

Lectura de hoy: Pr.26:1-12


“En el rostro del entendido aparece la sabiduría; Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra”. Pr.17:24

Cuando en la generalidad de las veces que escuchamos que a alguien se le trata de necio, pensamos que se le dice tonto, retrasado o imbécil, pero la verdad es que estamos bastante alejados de la realidad.

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Un necio no es un tonto o retardado, sino que el necio es aquel que ignora algo, es un ignorante no un imbécil, es un terco, un porfiado, que en su ignorancia porfía sobre algún conocimiento que cree tener o una actitud que cree correcta, pero que no está dispuesto a corregir a instancias de nadie. El es un ser inteligente y ágil de mente que no necesita que nadie le indique lo que es correcto.

El diccionario de la RAE lo define así:”Imprudente o falto de razón. Terco y porfiado en lo que hace o dice”. Dicho de otra forma, el necio la mayor parte de las veces se da perfecta cuenta que está equivocado, pero no está dispuesto a admitirlo. Su terquedad y su porfía pueden más y está dispuesto incluso a desobedecer con tal de mantener su posición. El necio busca justificar lo injustificable. ¿Se ha dado usted cuenta que estas personas siempre encuentran un culpable para sus desaciertos? Siempre hay algo o alguien que tiene la culpa…menos ellos.

Necios podemos encontrar en los dos géneros humanos y en todas las edades y niveles socio culturales. ¡Que difícil es tratar con un necio o necia! ¡Que triste es verles caer una y otra vez; verles levantarse sólo para volver a caer! Son abundantes en palabras que no conducen a nada o en el peor de los casos a la contienda y la envidia. El necio es un enfermo del alma, que se quebranta ante la sabiduría y la inteligencia de quienes le rodean, busca ser menos torpe, no más hábil; menos ignorante, no más sabio; menos negativo, no más positivo. La palabra de Dios nos enseña que aún el necio cuando calla es contado como sabio. (Pr.17:28) Sin embargo rara vez callan, siempre están hablando y lo que es peor, de lo que no saben. Porfiando y porfiando. Si Dios les hubiera consultado antes de hacer el mundo, seguro las cosas serían mejores ahora.

Como decía mi querida suegra:”Al porfiado no hay que porfiarle, hay que con lo mismo darle” Nuestro amado Jesús en el relato de la parábola de las diez minas dijo:”Mal siervo, por tu boca te juzgo”, (Lc.19:22) refiriéndose al que guardó el dinero sin hacerlo crecer y entregarlo a su amo dando justificaciones que terminaron por condenarlo debido a su insensatez. (Cf. Mt.12:36-37). El no hizo nada mal, el malo era el amo que le infundía miedo (Según él).

Si conoce algún necio, tenga misericordia de él, ruegue por él y muéstrele que si quiere ser sabio debe buscar a Dios.

¡Ah! Y ore por mí, que yo estaré orando por usted. Todos alguna vez hemos sido necios, esperemos en Dios no volver a serlo.

La Gracia y la Paz de Cristo estén con usted siempre. Amén.

La Santidad es el principio clave en la obediencia a Dios

El plan de las Escrituras para la vida de un cristiano es doble. Primero, que seamos instruidos en la ley para amar la rectitud, “porque por naturaleza no estamos inclinados a hacerlo; segundo, que aprendamos unas reglas sencillas, pero importantes, de modo que no desfallezcamos ni nos debilitemos en nuestro camino.


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De las muchas recomendaciones excelentes que hace la Escritura, no hay ninguna mejor que este principio: “Sed santos, porque yo soy santo.” Cuando andábamos esparcidos como ovejas sin pastor, y perdidos en el laberinto del mundo, Cristo nos llamó y nos reunió para que pudiésemos volver a El.
Al oír cualquier mención de nuestra unión vital con Cristo, deberíamos recordar que el único medio para lograrla es la santidad. La santidad no es un mérito por medio del cual podamos obtener la comunión con Dios, no es de origen humano, sino, un don de Cristo, el cual nos capacita para estar unidos a Él y a seguirle. Es la propia gloria de Dios que no puede tener nada que ver con la iniquidad y la impureza; por lo tanto, si queremos prestar atención a Su invitación, es imprescindible que tengamos este principio siempre presente. Si en el transcurso de nuestra vida cristiana queremos seguir adheridos a los principios mundanos, ¿para qué, entonces pertenecer a Su pueblo?, la santidad del Señor nos amonesta a que vivamos en la Jerusalén santa de Dios. Jerusalén es una tierra santa, por lo tanto no puede ser profanada por habitantes de conducta impura. El salmista dice: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón.” El santuario del Santísimo debe mantenerse inmaculado. Ver Lv. 19:2; I Pedro 1:16; Isaías 35:10; Salmos 15:1-2, 24:3-4.

La Escritura no enseña solamente el principio de la santidad, sino que también nos dice que Cristo es el camino a este principio. Puesto que el Padre nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo, nos ordena que seamos conformados a su imagen. A aquellos que piensan que los filósofos tienen un sistema mejor de conducta, les pediría que nos muestren un plan más excelente que obedecer y seguir a Cristo. La virtud más sublime de acuerdo a los filósofos es vivir la vida de la naturaleza, pero la Escritura nos enseña a Cristo como nuestro modelo y ejemplo perfecto. Deberíamos exhibir el carácter de Cristo en nuestras vidas, pues ¿qué puede ser más efectivo para nuestro testimonio y de más valor para nosotros mismos?.
El Señor nos ha adoptado para que seamos Sus hijos bajo la condición de que revelemos una imitación de Cristo, quien es el Mediador de nuestra adopción. A menos que nos consagremos devota y ardientemente a la justicia de Cristo, no sólo nos alejaremos de nuestro Creador, sino que también estaremos renunciando voluntariamente a nuestro Salvador.
La Escritura acompaña su exhortación con las promesas sobre las incontables bendiciones de Dios y el hecho eterno y consumado de nuestra salvación. Por lo tanto, puesto que Dios se ha revelado a sí mismo como un Padre, si no nos comportamos como Sus hijos somos culpables de la ingratitud más despreciable. Puesto que Cristo nos ha unido a Su cuerpo como miembros, deberíamos desear fervientemente no desagradarle en nada. Cristo, nuestra cabeza, ha ascendido a los cielos; por lo tanto deberíamos desear fervientemente no desagradarle en nada. Cristo, nuestra cabeza, ha ascendido a los cielos; por lo tanto deberíamos dejar atrás los deseos de la carne y elevar nuestros corazones a Él. Puesto que el Espíritu Santo nos ha dedicado como templos de Dios, propongámonos en nuestro corazón no profanar Su santuario, sino manifestar Su gloria. Tanto nuestra alma como nuestro cuerpo están destinados para heredar una corona incorruptible. Debemos, entonces, mantener ambos puros y sin mancha hasta el día de nuestro Señor. Éstos son los mejores fundamentos para un código correcto de conducta. Los filósofos nunca se elevan por sobre la dignidad del hombre, pero la Escritura nos señala a nuestro Salvador, sin mancha, Cristo Jesús. Ver Ro. 6:4, 8:29.

Cuerpos Impresos

“No haréis tonsura en vuestras cabezas ni dañaréis la punta de vuestra barba. No haréis incisiones en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna” (Lv. 19:27-28)

Seguramente muchos pensarán en estos días que las incisiones en el cuerpo (léase perforaciones), tonsura (léase rapados totales o parciales de las cabezas) y los cuerpos impresos (léase tatuajes), son producto de la modernidad, y estos muchos también consideran esta práctica como algo inocuo (inofensivo), que obedece a la tendencia juvenil de seguir las modas.

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Nada más alejado de la realidad. Estas prácticas son primitivas, de hecho todavía hay muchas comunidades tribales en que forman parte de su idiosincrasia, generalmente como una forma de ritual religioso pagano. Rara vez se usan con fines de belleza corporal, si a eso se puede llamar belleza.

En la Biblia ya se habla de este tipo de rituales y son prohibidos por el Señor, los motivos exactos no los conocemos, pero si podemos desprender fácilmente que no son del agrado de Dios porque se hacen en honor de falsos dioses o a causa de los muertos o como señal de un pacto con el príncipe de las tinieblas. También podríamos interpretar estas prohibiciones como una forma de Dios, para proteger a los hombres de la transmisión de enfermedades, como son ahora el sida, la hepatitis B y otras que se transmiten a través de fluidos corporales. Lo que sí está claro, es que estas marcas en el cuerpo constituyen “señales” que no son de nuestro Dios; así lo dice el texto: “…ni imprimiréis en vosotros señal alguna” (Lv.19:28b) y también que forman parte de ritos paganos dedicados a dioses que “no son” el único Dios Viviente y Todopoderoso que rige nuestras vidas.

Quiero invitarles a pensar un poco, quizás para que nos demos cuenta que las señales antes del fin, no son exclusivamente los terremotos y las guerras, también lo son las “señales” que dan muestra que el príncipe de las tinieblas está por darse a conocer a través de todas estas tendencias extrañas y que tienen en común que todas ellas usan marcas en el cuerpo y en el cabello: krishnas (rapados y una colita; más una marca de tinta en la frente), rastafaris (trencitas en el pelo, conocidas como drenlok),rosacruces (una cruz tatuada en el pecho o en el brazo), etc. y que incentivan el uso de drogas para alcanzar sus trances. También es notorio e importante destacar que la gran mayoría de los tatuajes representan serpientes, animales feroces, demonios y signos de instituciones que en algún momento de la historia y hasta nuestros días, son representantes de tragedias (svástica nazi por ejemplo). En definitiva ¿podríamos decir que hablamos de señales del mal? Pidamos a Dios discernimiento y por último, recordemos: ”¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros? (1ª Co. 6:19)

La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo le acompañen siempre. Amén

Midiendo la espiritualidad

Texto: Gálatas 5:16 – 26


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. (Gálatas 6:1 RV60).

De cuando en cuando, es común escuchar en las congregaciones evangélicas que tal o cual hermano es más o menos espiritual.

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Hasta se hacen marcadas diferencias entre quienes son tenidos por “espirituales” y los que no lo son tanto o definitivamente, a los ojos de los “espirituales” de la congregación, no lo son, arrogándose una facultad de judicatura que no les ha sido dada.

¿Cuál es la vara que debemos usar para medir la espiritualidad? ¿Es acaso el espíritu de alguien, un ente material que podamos tocar y aplicar sobre él como medida de hombres? Definitivamente no. Según la Biblia, el espíritu procede de Dios, porque Él mismo es espíritu, por tanto quienes hemos confesado a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador personal, hemos recibido también su Espíritu Santo morando en nosotros ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros? (1ª Co. 3:16 RVE95).

Sin embargo, el mismo Dios a través de su Santa Palabra y en boca del apóstol Pablo, nos muestra cuales son los frutos del Espíritu “…el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gáltas 5:22-23 RV95). Si alguno tiene ojos para ver todos estos frutos en toda su magnitud y ha sido llamado y puesto entre los hermanos para juzgar quienes son espirituales y quienes no, entonces “JUZGUE”.

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. (Gálatas 6:1 RV60)

Dios bendiga su vida. Amén

Bajo el Yugo del Trabajo

Texto: 1ª Ti. 6:1-2


“Y los que tienen amos creyentes no los tengan a menos por ser hermanos, sino sírvanlos mejor, por cuanto son creyentes y amados lo que se benefician de su buen servicio”. (1ª Ti. 6:2 RVE95)

En su primera parte (v.1) el texto de hoy, habla de los que están sometidos a esclavitud, pero que aún así deben tener a sus amos por dignos de “todo honor”, para que no sea blasfemado el nombre del Señor y la doctrina. (v.1)

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Aplicado a nuestros tiempos y en un país como el nuestro, que por misericordia de Dios, no existe la esclavitud, podríamos leer el mismo texto de la siguiente forma: Todos los que están obligados a trabajar bajo las órdenes de un jefe o administrador, tenga mucho respeto por él, para que no se hable mal de Dios y lo que enseñan sus mandamientos.

Lamentablemente en muchas empresas los empleados cristianos no tienen muy buen prestigio; ¿Quizás sea porque no trabajan igual que los demás? ¿O porque son impuntuales, entre otras cosas? ¿O porque los discriminan por su fe? Creo que en la mayoría de los casos es por las dos primeras razones, y tal vez, sólo tal vez, podríamos agregar una tercera: juzgan y discriminan a su jefe por no ser creyente.

¿Y que pasa cuando como trabajadores cristianos, tenemos un jefe cristiano? La tendencia mayoritaria es “subirse por el chorro”, total mi jefe es hermano en la fe y me “tiene que soportar y perdonar” y trabajaré lo menos posible porque él no quiere oprimirme. ¿Y cuando llega el día de cobrar las remuneraciones?, entonces lo primero que recordamos es que: “El obrero es digno de su salario”
Si son benevolentes conmigo y me perdonan, creo que hay algo que no encaja.
Primero: ¿Dónde está al amor a Dios y al prójimo? Por nuestra falta, ambos son ofendidos (Dios y nuestro prójimo) y muchos se alejan de la fe. Segundo: ¿Cuándo recordamos el siguiente texto? “Y cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: “que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2ª Tes. 3:10). Por último tengamos siempre presente lo siguiente: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col.3:23)

El Señor bendiga su vida y le de paz a su corazón. Amén


El cuerpo de Cristo

¿Qué idea se nos viene a la mente cuando escuchamos hablar del cuerpo de Cristo?
Algunos de nosotros ha llegado a pensar inmediatamente en los creyentes cercanos y a la denominación cristiana a la cual pertenece. Pero, ¿qué dice la Palabra de Dios al respecto?.

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La Biblia es la norma doctrinal y de práctica que debe seguir cualquier denominación cristiana, sea está de origen histórico o no.
¿Qué es el cuerpo de Cristo?
El cuerpo de Cristo es la Iglesia, que es universal e invisible, ya que abarca a todos aquellos por quien Cristo dio su vida en sustitución.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Ro. 8:32
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25
¿De quiénes se compone el cuerpo de Cristo?
El cuerpo de Cristo está formado por todos los elegidos por Dios (Efesios 1:4-5; 2 Ts. 2:13), que han sido, son y/o serán salvos, y por lo tanto reunidos como uno en Cristo, quien es cabeza de la Iglesia. La Iglesia es, a su vez, la esposa, el cuerpo, y la plenitud de Cristo, cuya plenitud lo llena todo en todo. (Ef. 1:23).
así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (Ro. 12:5)
El cuerpo de Cristo que en extensión es universal e invisible, (abarca creyentes de todas las razas, étnias, culturas, y países del mundo, tanto de creyentes, vivo como aquellos que se encuentran actualmente en la presencia eterna de Dios).
La Iglesia de Dios, también es local y visible, y se compone por aquellos creyentes que son miembros de una comunidad eclesiástica determinada.
Si la Palabra de Dios es tan clara al definir el cuerpo de Cristo y al enseñar que existe una multitud de creyentes a nivel mundial, ¿Por qué pensamos que solo nuestra denominación es la correcta ante los ojos de Dios?, ¿Conocemos realmente la historia y origen de nuestra denominación?. Muchos ni siquiera conocen la historia de su propia iglesia local.
Como cristianos tenemos tan poco amor hacia aquellos hermanos que siendo creyentes e hijos de Dios profesan una confesión de fe diferente a la nuestra, tildándolos de herejes y sectarios. Actitudes como estas, se encuentran por doquier en muchas iglesias de origen cristiano y evangélico. Cristo en una oportunidad amonestó a sus discípulos por una actitud egoísta y sectaria que estaban demostrando hacia aquellos que no los seguían, pero si creían en Cristo como enviado de Dios.
Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. Lucas 9:49-50
Con tanta rapidez y de que manera juzgamos a nuestros hermanos de otras denominaciones cristianas, que son participantes del cuerpo de Cristo al igual que nosotros, por el hecho de no creer, servir y adorar a Dios de manera semejante a la nuestra.
Amados, seamos prudentes y sabios, demostremos el fruto del Espíritu Santo y su llenura al amar a nuestros hermanos que se encuentran en las diferentes denominaciones cristianas.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Juan 13:34-35

Dios le bendiga abundantemente.

El orgulloso corazón del hombre

Solo el Mejor Médico puede transformar el corazón. El perdón y la reconciliación es un don dado por Dios al hombre, pero solo aquellos que han nacido de nuevo, tienen el poder por medio del Espíritu Santo para ejecutar el perdón.

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Tanto la aceptación, como la petición del perdón es resultado de haber comprendido el sacrificio de Cristo en la Cruz, es un acto de humildad, de autonegación, y dominio propio, al haber sido perdonados por Dios, conocemos la magnitud de lo que significa salir de un estado de esclavitud. La palabra perdón significa “cancelar una deuda”.
¿Se encuentra usted en el Dicom del alma ante Dios y su hermano en Cristo?. Es tiempo de la restauración, es tiempo de la reconciliación. Es tiempo de pasar al pabellón del Médico por Excelencia, Cristo el Único que puede transformarlo en un corazón humilde, sencillo y servicial.
Un cristiano que aún permanece con un corazón orgulloso e inflexible, no debería servir en la ministración de la iglesia, la Biblia al respecto enseña lo siguiente:

El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos. Salmos 138:6 (NVI)

Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura: "Dios resiste a los orgullosos, pero da gracia a los humildes." Santiago 4:6 (NVI)

Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Gracias sean dadas a Dios, porque nos da nuevas oportunidades y renueva con nosotros su misericordia.

Dios le bendiga.-


Amor v/s Caridad


Lectura de hoy: Rt. 2

“Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos”. (Sal.119:162)

Cuando en nuestros días hablamos de despojos, podría asegurar que todos entienden el término como el significado de sobras o residuos y, por lo tanto actuamos en consecuencia, tomando esto como algo despreciable, no apto para nosotros ni para los nuestros, pero quizás para otros pueda ser útil, especialmente si estamos en dar algo para los desposeídos “, ellos no tienen nada, así es que esto les puede servir”.

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Ese pareciera ser el pensamiento generalizado cuando creemos que estamos haciendo una buena acción. Nada más lejos de la realidad. Hace años leí por ahí, lamentablemente no recuerdo donde, que la “caridad comienza cuando el amor termina”. ¿Se da cuenta?, creemos estar haciendo una buena obra, pero si ésta se hace sin amor, es sólo caridad, la cuál a los ojos de Dios no es nada digno de destacar.

Si leemos el texto, bajo esta acepción de la palabra despojo, podríamos traducir entonces algo así: “Me regocijo en tu palabra como el que halla muchas sobras”. Me pregunto: ¿Podemos comparar la Palabra de Dios con sobras o residuos? Por supuesto que no.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, entre otras acepciones, define despojo como la acción de despojar o despojarse de algo, es decir, dejar algo que es nuestro y que queremos, pero por amor a otros estamos dispuestos a despojarnos de ello. Cristo se despojó de su propia vida para darnos a nosotros vida eterna junto al Padre Celestial. Eso es despojo, eso es ¡AMOR!, no caridad, eso es misericordia infinita e incalculable. Despojar según el mismo diccionario es privar a alguien o privarse uno mismo de lo que goza y tiene. Ese es el significado de la palabra despojo en el contexto Bíblico. “Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella ni espigarás tu tierra segada.
No rebuscarás tu viña ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo, Jehová, vuestro Dios”. (Lv.19:9-10). Dios manda aquí despojarse de algo que le pertenece al agricultor y que por amor a su prójimo debe dejarlo. Esta es la gracia que encontró Rut ante Booz. Éste le dejó espigar, recoger despojos. (Rt. 2:6-10).

En síntesis, nos podemos regocijar en la Palabra de Dios como el que halla mucho AMOR, muchos despojos, porque Dios se desprende de algo cada día para dárnoslo a nosotros y nos da no sólo su Palabra sino todo lo que somos y tenemos.

Le invito entonces a que cuando quiera ayudar al necesitado, no haga caridad, sino que despójese de lo suyo, de lo que él o ella necesitan y déle amor.

La Gracia y la Paz de Cristo le acompañen siempre. Amén


¿Es de tu interés los temas presentados?

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